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La ESA termina con éxito su segunda tanda de vuelos de prueba para el Space Rider, su futuro avión espacial
La Agencia Espacial Europea (ESA) acaba de anunciar que ha terminado con éxito la segunda tanda de vuelos de prueba para el Space Rider, su futuro avión espacial.
El Space Rider está diseñado para ser puesto en órbita en un cohete Vega C. Y tras un máximo de unos tres meses en órbita en los que llevará a cabo experimentos, pruebas de nuevas tecnologías, observaciones de la tierra y el espacio, o una combinación de esto según la capacidad de su bodega de carga y las necesidades de alimentación y comunicación de las cargas, volver a casa y aterrizar utilizando un parapente guiado que le permitirá aterrizar con una precisión de 150 metros.
Es similar al X-37 de los Estados Unidos o al avión espacial chino, aunque con bastante menos autonomía en órbita, ya que el primero ha llegado a estar unos 30 meses en órbita en alguna de sus misiones y el segundo cerca de nueve.
En cualquier caso lo que ha volado estos días en Cerdeña no ha sido un Space Rider propiamente dicho sino una especie de palés con el peso del avión espacial y los sistemas de guiado y los parapentes que este utilizará y sus correspondientes mecanismos de control.
Hubo tres «lanzamientos» en los que un helicóptero Chinook de las Fuerzas Armadas italianas levantó el módulo de pruebas a altitudes de entre uno y 2,5 kilómetros y lo soltó. El objetivo era comprobar el correcto despliegue de los parapentes y el funcionamiento del sistema de guiado y control, que en esta tanda de pruebas tenía el control de los parapentes, a diferencia de las pruebas anteriores, llevadas a cabo en 2024, en las que el control se ejercía desde tierra.
El Chinook con el módulo de pruebas - ESA
Como dice arriba, las pruebas se llevaron a cabo sin problemas, así que es otro paso más para la entrada en servicio del Space Rider.
Pero aún queda trabajo por hacer. Por un lado queda otra campaña de pruebas en la que lo que se deje caer será un modelo a tamaño, forma y peso real del módulo de reentrada. Eso permitirá demostrar el comportamiento aerodinámico del sistema completo y su tren de aterrizaje.
Y aún después habrá otra tanda de pruebas de aterrizajes duros para comprobar que las cargas pueden sobrevivir aún cuando las condiciones de la toma no son las óptimas.
Así las cosas el primer lanzamiento del Space Rider está programado ahora para 2027. Pero no hay que olvidar que allá por 2018, cuando en esta casa lo mencionamos por primera vez, ese primer lanzamiento estaba previsto para 2020. Y que de hecho no sue sino hasta 2020 cuando se encargo su construcción. Así que a ver.
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El nuevo horizonte de la complejidad computacional, las cuestiones filosóficas que todo esto plantea y su relación con la IA
El profesor Scott Aaronson lleva años trabajando en el apasionante y abstracto tema de la complejidad computacional y preparó un trabajo titulado Why Philosophers Should Care About Computational Complexity acerca de las implicaciones filosóficas que el asunto supone. Además de eso dio esta charla en el campus de la Universidad de Texas, en Austin, donde de forma más cercana y amigable se pueden descubrir todos estos temas relacionados con la computación:
- La diferencia entre «conocer» la existencia de un número y poder calcularlo, utilizando números primos como ejemplo. No es lo mismo tener su representación concreta o un algoritmo eficiente para hallarlo que no poder tenerlo.
- Funciones extremas y no computables. Algunas como la función del castor afanoso (busy beaver) o la función de Ackermann muestran estructuras tan enormes que superan la capacidad de toda la computación. Esto está relacionado con los trabajos de Turning y Gödel.
- Interacción, entrelazamiento y verificación cuántica. Cuestiones complejas cuando hay dos observadores entrelazados: los protocolos de demostración y verificación para varios observadores y partículas cuánticas superan las barreras clásicas de verificación de la computación.
- IA y aprendizaje profundo. De predecir a razonar: los LLM transforman la estadística en algo ingenioso, normalmente lenguaje natural. Al mismo tiempo, arrojan luz sobre cómo sufren de «alucinaciones», y prometen la mejora recursiva de sus propias capacidades.
Entre otros datos curiosos deja caer que el mayor primo conocido* es el 282.589.933−1, que el castor afanoso (5) = 47.768.870, con el (6) siendo como mínimo 10↑↑15 (esto es, una torre de potencias de altura 15 como cota inferior) y que la densidad de almacenamiento máxima del Universo es de unos 1069 bits por metro cuadrado de superficie, que está relacionada con la entropía del principio holográfico.
No espero que la computación se llegue a ejecutar en operaciones al ritmo del tiempo de Planck, ni que resuelva el problema de la parada, ni que demuestre que P=NP en tiempo polinómico. Saber de esas limitaciones aporta poco consuelo. Esto es porque, como en el chiste de los exploradores huyendo del oso, «no hace falta superar al oso, tan solo al compañero de huida». Del mismo modo, la IA no necesita vencer los límites fundamentales de la física para cambiar el mundo; basta con que nos supere a nosotros.»
– Scott Aaronson
Cada una de estas cuestiones, desde los límites del conocimiento de los números primos hasta la encrucijada de la conciencia artificial, es todo un terreno explorado someramente. La esperanza radica en la capacidad colectiva de hacernos preguntas ingeniosas, diseñar herramientas innovadoras y a veces de colaborar entre diversas disciplinas.
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* Aunque yo tengo el dato del 2136.279.841-1, no sé dónde está el error (?)
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