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9/11: Controlando el cielo, una historia poco conocida sobre cómo se limpió el espacio aéreo el 11-S
Me encontré el otro día con 9/11: Controlando el cielo (9/11: Control the Skies, 2019) un documental de Gary Lang para National Geographic que está en Disney+, con buena nota según la IMDb. Básicamente Narra el papel de los controladores aéreos para «limpiar los cielos» el día de los atentados del 11-S, cuando tras los primeros incidentes cualquier avión era sospechoso de ser secuestrado, llevar terroristas a bordo y suponer una amenaza en los Estados Unidos.
El documental se centra en el curioso caso del control aéreo canadiense de Gander, Terranova, una localidad con un pequeño aeropuerto pero también con el control aéreo de una gran zona del Atlántico Norte y Canadá. Debido a las rutas aéreas, circulan bajo su supervisión casi todos los vuelos transatlánticos entre Europa, Estados Unidos y Canadá.
Tras cerrarse el espacio aéreo una hora después del primer incidente contra las Torres Gemelas, 4.500 aviones estaban en el aire en Estados Unidos, pero 500 más se dirigían por el Atlántico hacia el Oeste porque su destino era América del Norte. 233 de ellos pudieron dar la vuelta y regresar a sus puntos de origen, pero 167 más debían aterrizar en algún lado, porque habían pasado el punto de no retorno. Y a Estados Unidos no iban a entrar.
Tal y como narran en primera persona, los controladores aéreos de Garner asumieron que eran la única esperanza para que esos aviones llegaran a algún lugar, de modo que comenzaron a desviarlos a los 6 o 7 aeropuertos de la zona y de Canadá. Resultó tremendamente complicado convencer a los comandantes de que la orden de «Su avión no va a aterrizar en su destino; debe volver o aterrizar en alguno de los aeropuertos disponibles en Canadá. El espacio aéreo estadounidense está completamente cerrado» era real; muchos no se lo podían creer y no habían recibido informaciones confirmadas por radio ni el ACARS. Para colmo, los controladores no podían explicar la razón de ese cierre inesperado.
Una operación complicada pero exitosaEsta operación se llamaría más adelante Yellow Ribbon y concluyó con éxito no sin pocos sudores en las mesas del centro de control, incluyendo una casi colisión durante una de las maniobras en tierra. Dicen que por el centro Gander aparecieron controladores que estaban de descanso o vacaciones, para apoyar a los que realizaban el turno, y que entre todos aquello fue como la seda… seda tensionada, eso sí.
Aunque no es muy grande, el aeropuerto de Gander tiene una pista muy larga, tanto que en tiempos hasta era uno de los alternativos para los transbordadores espaciales de la NASA. Aun así, los 38 aviones que aterrizaron allí ocuparon todas las pistas de rodaje y acabaron teniendo que «aparcar» al final de la pista principal porque ya no había más espacio. Las imágenes son bastante llamativas.
Para colmo de males los 6.600 pasajeros que llegaron no pudieron salir de los aviones en las 4 horas siguientes, y algunos pasaron hasta 28 horas, por razones de seguridad; el ambiente era un tanto paranoide. El pueblo de Gander se volcó con los afectados como suele hacerse en las situaciones de emergencia (no había hoteles suficientes). Esos aviones no despegarían hasta 3 días después.
Otra de las cosas que aprendí del documental tiene que ver con que algunos aviones tuvieron que soltar combustible para que su aterrizaje fuera seguro; básicamente vuelos con destinos lejanos que llegaban desde Europa. Con demasiado peso podían romper el tren de aterrizaje, salirse de pista o causar un desastre peor.
A pesar de soltar miles de litros (uno de ellos tuvo que reducir 40 toneladas) ese combustible cae desde gran altitud en gotas tan pequeñas que se dispersa en la atmósfera y nunca llega a tierra. Esto es debido a la combinación de baja presión, alta temperatura de salida y turbulencias; en unos pocos cientos de metros el 90% ya ha «desaparecido». Aunque tiene sus pequeños efectos sobre el medio ambiente, incluyendo un olor perceptible durante algunos minutos y una contaminación ligera que desaparece en horas o días, no suele ser significativo.
Sin ser una gran superproducción ni ser tampoco altamente técnico, es un documental interesante para entender cómo se gestionan situaciones imprevisibles de este tipo, de las que siempre se aprende algo. Creo que hay una película dramatizada con la misma historia, y seguramente habrá libros y cientos de artículos, para quien le interese el tema en cualquier a de sus facetas.
La Biblioteca del Tiempo: pistas de arqueología digital para el futuro
La Library of Time aspira a convertirse en un gran piedra de roseta para el Tiempo, entendido como concepto universal. Es una herramienta capaz de mostrar fechas en todo tipo de calendarios con la idea de preservar datos y conocimientos que, de otro modo, podrían desaparecer.
Conversores, calendarios y «relojes universales» en la web hay muchos. Pero este proyecto, que está construido en HTML y JavaScript para que pueda descargarse como un único archivo. Y te lo puedes bajar y correr localmente.
Entre los diversos calendarios que se muestran están, cómo no el Gregoriano, Juliano, pero también otros como ISO 8601, Unix, GPS, filetime, y como curiosidades se incluyen las horas en tiempo real de Minecraft, Inception, la Fecha Estelar de Star Trek y otros calendarios «propuestos» como el de la Era Humana (año 12025) o uno llamado Positivista (237 de la Gran Crisis. Hay gente pa tó.
La idea se inspira en la conservación de webs creadas hace décadas, con información especializada que ya no existe en ningún otro lugar. Su desaparición —porque el autor cancela el dominio o simplemente deja de mantenerlo— supone perder datos únicos, lo que es una pena. En la web existen recursos como Archive.org y su Wayback Machine para evitar la muerte de los enlaces y la desaparición total de las páginas.
En cuanto a los cálculos de los calendarios y horas universales el proyecto enlaza con la obra de Jean Meeus, Astronomical Algorithms (1991) que es toda una referencia para los aficionados que quieren calcular posiciones celestes. Esto comienza por la Luna, el Sol y continua con los eclipses, algo que la web complementa con la hora en Marte e incluso en algunas lunas de Júpiter.
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